Esta casa, moderna y funcional, se encuentra en un enclave idílico donde las montañas llegan hasta la orilla del mar. Un precioso paraje situado en la localidad catalana de Tossa de Mar, en la Costa Brava, en España. La casa aprovecha el divino paraje al máximo, la vida en el exterior está potenciada por un amplio despliegue de comodidades que permiten disfrutar al máximo de esas privilegiadas vistas. El suave clima meditarráneo permite aprovechar esas instalaciones exteriores durante gran parte del año.

Desde luego esta casa de ensueño con su privilegiada localización es un lugar fantástico para mirar el mar y soñar como decía la vieja canción de Jorge Sepúlveda. Una construcción abierta para poder gozar al máximo de todo lo que ofrece este paradisíaco paraje. El azul del Mediterráneo, vivo y brillante, impregna todo el entorno de la casa.

Un lugar para vivir momentos inolvidables, para encontrarse o para perderse. Casi se huele el mar viendo estas preciosas imágenes, el calor del tibio sol parece caldear el ambiente a mi alrededor.

La cocina, moderna y funcional rezuma calidad y sofisticación como el resto de la casa. Una vivienda de trazos limpios y claros, abierta y práctica.

El dormitorio con esos enormes paneles de cristal, que a duras penas se le puede llamar paredes, queda totalmente abierto al exterior. La gran pantalla de la realidad eclipsa y deja un tanto en ridículo a la pantalla tecnológica instalada en el techo.

¿Alguien puede trabajar en este despacho?. Resulta inaudito que alguna persona pueda inhibirse de esas preciosas vistas para concentrarse en algo por superficial que sea. Oteando el mar como el capitán de un enorme bajel, la vista se pierde en el infinito. Un lugar para relajar los cansados ojos urbanos tan mal acostumbrados a mirar de cerca. Aquí en cambio los ojos pueden alcanzar el máximo, la mirada se aleja hasta la curva del horizonte.


La piscina se funde con el mar, hamacas, tumbonas y asientos para reposar, para admirar la belleza y la paz del entorno. El sordo sonido del mar y el olor resinoso de los pinos mezclado con el salobre marino, crean una burbuja de aislamiento sensorial.


Mirando al mar soñé… que mis próximas vacaciones habían de ser en este enclave turístico de lujo. Soñar está al alcance de cualquiera y si no es en este lugar de postín, seguro que habrá algún otro más asequible y el mar será el mismo y el aire olerá igual.

Fotos: homedsgn.com

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