Dormitorios en blanco: romanticismo en estado puro

El blanco es el protagonista absoluto de estos dormitorios, que brillan con luz propia. Está presente en edredones, sábanas, mesitas de noche, lámparas, alfombras y hasta doseles de cama, dotando de luz cada rincón y logrando su cometido: crear un ambiente de romanticismo, claridad y armonía en estado puro.

La elección de este color nos permite jugar con la luz, especialmente si tenemos la suerte de tener grandes ventanales o un techo abuhardillado. Este es el primer factor por el que un dormitorio en blanco es siempre un acierto. El blanco nos invita a descansar y a adentrarnos en un territorio de inocencia y pulcritud.

Es, además, un color que, por su naturaleza austera y sencilla, no distingue de sexos ni de edades, por lo que podemos vestir con él cualquier habitación de la familia sin pudor, ya sea el cuarto de los niños como el de matrimonio o el de un hijo adolescente. A cada cual habrá que darle, eso sí, su toque particular, en función de la personalidad del ocupante.

Por ello, y para darle esa pincelada más personal, no nos podemos olvidar de los complementos, todos ellos en riguroso blanco, más o menos sobrios, más o menos festivos o infantiles. La cuestión es adaptar las necesidades de cada uno y apoyarse en la elección de un mobiliario acorde con su identidad.

Y ya para conseguir ese efecto romántico del que hablábamos antes, podemos colocar edredones ribeteados con cenefas o flecos, flores y doseles de gasa recubriendo la cama. El resultado final, como vemos, no puede ser más espectacular.

Fotos: digsdigs.com

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