El naranja es el color de la vida, la energía, las vitaminas y la espontaneidad. Estimula la mente, desarrolla la creatividad y supone el mejor antidepresivo visual. Un color poco empleado en decoración de interiores, pero del que se puede extraer el mejor jugo, como si fuera la fruta de la que toma el nombre.
Nacido de la mezcla del rojo y el amarillo, el naranja pertenece al espectro cálido y es el segundo color del arco-iris. Al pintar las paredes de este color, iluminaremos todos los rincones, despertaremos los sentidos y estaremos, en definitiva, más alegres y lúcidos.
Combínalo con blanco, nunca falla: crearás ambientes luminosos, claros y sencillos. Experimenta con tonos amarillos y verdes, rojizos o rosas, lilas y cremas, colores junto a los que el naranja se ve favorecido y que potencian su brillo original. Úsalo, por tanto, con colores de una gama suave y colores pálidos, ya que el naranja absorbe mucho la luz y combinado con otro color de igual registro puede llegar a saturarnos.
Prueba con toda la gama de naranjas, desde el más chillón al más suave, salmón o beige, y asegúrate de poder potenciarlo con mucha luz. Un salón en naranja en un lugar con grandes ventanas es un acierto seguro: te enamorarás al instante de este color.
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